Discos Críticas Especiales

Especial 50 aniversario del álbum ‘Fun House’ de The Stooges.

…la madre del cordero en esta morada de desahogo, desvergüenza, descaro y divertimento se hallaba en el bloque demoledor de sus siete piezas con una aproximación jamás vista hasta entonces del rock al free-jazz…

Casi nada, medio siglo y tan lozano, como si fuera ayer. Así se mantiene de bien el segundo álbum de los de Detroit. Y es que hoy, 7 de julio del 2020, se cumplen 50 añazos desde que vio la luz esta descomunal masterpiece musical que, a estas alturas de la vida, todavía es ignorada o ninguneada por buena parte de los seres humanos que habitan en el planeta Tierra, incluidos muchos aficionados musicales que aún no han entendido cuánta grandeza atesora.

Nos dirán, casi con toda la razón aunque no sea certeza absoluta, que estamos ante la base, ante la primera piedra que sirvió de cimiento para el punk-rock. Digo lo de que no es total la certeza porque en el homónimo de los Stooges, donde se gestó el influyente peso específico de un bluesman como Howlin Wolf en Iggy Pop junto al característico sonido guitarrero de Ron Asheton, ya se exhibía buena parte de los condimentos que iban a marcar las pautas de un proto-punk que en la misma ciudad del estado americano de Michigan también tenía otro esencial representante como fue MC5, del mismo modo que si nos ponemos a rascar nunca nos debe faltar en ese sonido primitivo el líquido seminal velvético, las bandas garageras americanas tipo The Sonics, o las británicas tipo The Who.

50 años del 'Fun house' de los Stooges
The Stooges

Realmente la madre del cordero en esta morada de desahogo, desvergüenza, descaro y divertimento se hallaba en el bloque demoledor de sus siete piezas con una aproximación jamás vista hasta entonces del rock al free-jazz, improvisando y utilizando recursos que se salían de las tonalidades habituales, tal y como más o menos explicó mi kamarada del alma Gonzalo Aróstegui hace unos 10 años en un artículo para el mítico «Ragged Glory». En realidad, a pesar de mi devoción más añeja por los Stooges, fue él quien me hizo comprender la verdadera dimensión de la magna obra que nos ocupa.

The Stooges - Fun House
Portada Fun House. The Stooges.

Digamos que el irritante y erosivo sonido de «Fun house« es el vértice de la crudeza más sudorosa de la historia del rock. Y ya a partir de ese planteamiento podría resultar más sencillo comprender su transgresora influencia, incluidas las ramas, las hojas, los frutos e incluso algunas flores. Por su parte, de igual forma que su antecesor no obtuvo el reconocimiento merecido, ha sido el tiempo el que ha colocado su ferocidad, energía y primitivismo sónico en el lugar merecido, entre los más grandes. 

Vayamos al contenido. A partir del afilado riff guitarrero y de algunos alaridos del Sr. Osterberg en «Down on the street« nos perderemos en el amor más crápula y trasnochador. Con «Loose« bajaremos a las tinieblas del infierno, bailaremos, temblaremos y tocaremos fondo, pero es que cuando escuchemos ese «Looooooord, ahhhhhhh, hoo, stop it…» que sirve de preámbulo al «Tv. Eye« será cuando nos acabe absorbiendo una auténtica bomba de punk y hard-rock como si alguien nos inmovilizara por la espalda.   

«Dirt« nos permite dar un respiro a pesar de que su aire lisérgico es ardiente, sexo desenfrenado en el lugar más hediondo y cochambroso. Digamos que un alivio, un desfogue, una tregua antes de aquel sábado por la noche de «1970« en el que la liberación de los sentidos es completa, máxime cuando a partir de los tres minutos y medio de distorsión eléctrica se incorpora el saxofón de Steven Mackay para convertir los siguientes 100 segundos en un acto de exaltación y frenesí sin parangón, y complementándose a la perfección con otra muestra de enajenación sensorial como es «Fun house«, el megatemazo de casi ocho minutos que daba título al álbum antes de culminar con ese episodio instrumental endemoniado que es «L.A. Blues«.

Tras este artefacto incendiario todavía The Stooges sorprendieron tres años después, en 1973, con «Raw power», otra apisonadora sónica para una minoría privilegiada que fue creciendo y comprendiendo el potencial de unos chiflados tan extraordinarios y peculiares como fundamentales.


2 comentarios

  1. Pues muchas gracias por la mención, Juanjo. Muy buen repaso a esta obra maestra descomunal que tanto nos une, ya sabes que para mí es un disco sagrado.

    Abrazos.

  2. Coincido en la necesidad de enlazar esta masterpiece con la primera entrega del grupo para componer un auténtico estado de cosas en lo que al proto punk se refiere.
    En cuanto a favoritos en lo que a Stooges se refiere, yo no tengo, es una excepción en la que no puedo quedarme con un disco por encima de otro entre las tres entregas en estudio que dejaron.
    Gran reseña y más que merecido homenaje al medio siglo de Fun HOuse.
    Abrazos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos que te pueden interesar