Un recorrido a través de los míticos registros sonoros de Anne Briggs.
…si buscáis la rebeldía auténtica no os limitéis a peludos y tupés empuñando sus guitarras eléctricas entre aspavientos y poses, pues encontraréis en Anne Briggs uno de los ejemplos más claros en la historia de la música…
Conseguir que Anne Briggs entrara en un estudio de grabación era como intentar atraer un pájaro salvaje a una jaula. Así reza la contraportada de su primer larga duración. Y así podríamos resumir su carrera discográfica. Fue una fuera de serie, una outsider y era necesaria su reivindicación con honores, una maldita y ahora exiliada en este humilde lugar.
Y es que la carrera musical de Anne Briggs es atípica, tal vez una de las más particulares desde que apareciera a principios de los 60. Ya desde su adolescencia empezó a frecuentar y cantar en locales folkies, ese siempre fue su hábitat natural. Hasta que el gran cantautor folk y agitador cultural Ewan MacColl, al escucharla, quedó maravillado y la convenció para que se uniera a la gira junto a Centre 42, un grupo de cantautores y poetas de esencia transgresora cuya máxima era que las artes y la cultura fueran accesibles a las masas.
Esta gira fue determinante para que su figura empezara a ser conocida y respetada. Aunque grabar nunca estuvo entre sus planes, es más, no entró a un estudio hasta años después cuando en 1963 registró su debut discográfico The Hazards of Love, todo sea dicho, persuadida por A.L. ‘Bert’ Lloyd quien se convirtió en su mentor. Un EP considerado de los más influyentes en la historia del Folk y ahora disponible gracias a un recopilatorio editado por Topic, su sello.
Su reinterpretación del folk inglés influenció a toda una generación de manera determinante y decisiva, hasta el punto de que todas las grandes damas del folk que vinieron después, sin excepción (Pentangle, Fairport Convetion, Linda Thompson, June Tabor… y hasta nuestros días Laura Marling), cantaban como cantan gracias a Anne Briggs.
Pero como ya sabréis, influyente no significa siempre que un artista sea popular. Y un EP en casi 10 años fue poco para estar presente en la actualidad musical de los 60 en un momento en que la juventud se empezaba a expandir con enjundia instrumental y desenfreno. Hay quien dice que su escapada constante se debía a la falta de seguridad en sus posibilidades y un algo puede haber, aunque si se atiende a los pasos que ha ido dando a lo largo de su vida me decanto por pensar que el suyo fue un malditismo elegido a conciencia.
Y es que no hay mayor ganador que aquel que elige perder como actitud frente a la vida, y digo «perder» en contraposición a lo que todos consideran ganar: éxito, popularidad, dinero, prestigio… A Anne Briggs no le gustaba esa parte de la música, no le gustaban las ataduras y sobre todas las cosas amaba poder vivir libre.
Gracias a la impresión que dejaba a su paso y a las pocas canciones registradas, los entendidos de la época siguieron sus pasos con devoción. Incluso algunos de sus alumnos aventajados sacarían LPs antes que ella. Bert Jansch, Fairport Convention… y toda aquellas bandas y artistas que a finales de los 60 y principios de los 70, hicieron que el british folk se convirtiera en una tendencia juvenil.
Cabe apuntar que Jansch fue uno de los grandes influenciados por la manera de entender la música tradicional que tenía la escocesa, es más, casi todas las canciones tradicionales de sus primeros discos las aprendió directamente de ella. Al mismo tiempo él, además de enseñarle a defenderse con la guitarra, siempre la animó y fue pieza clave para que hoy podamos disfrutar de los registros sonoros que Anne Briggs lanzó en 1971 por primera vez en formato largo. Dos discos, uno homónimo prácticamente sin instrumentación y The Time Has Come.
Su voz no parece la de una joven, se alza clara y potente, fluye como una fuerza de la naturaleza, sin aspavientos, pero con firmeza y con una capacidad melódica que incluso podía soportar el peso de la canción sin ningún tipo de acompañamiento instrumental tal y como podéis escuchar en la mayor parte de las canciones de su primer larga duración, mayormente compuesto por adaptaciones de tonadas tradicionales.
Es por esto que intuyo que pueda causar ciertas reticencias para aquel que quiera adentrarse en su música (solo en tres canciones se acompaña de acústica y bouzouki). Comprensible y ya os digo que no está hecho este disco para todos los paladares. Aun así prueben con The Cuckoo o con Living By The Water de su puño y letra. Esto es delicatessen. Aquí también se encuentran las míticas y favoritas de la vida Blackwater Side y Go Your Way, esta última una de las primeras canciones que escribió junto a Bert Jansch.
Postulados sagrados a través de los cuales puede explicarse toda una época. Un disco que con su rudimentaria sencillez y transparencia considero uno de los grandes tesoros de la música popular de todos los tiempos.
A diferencia de este, en su siguiente disco optaba por abrirse un poco más a la actualidad de aquel momento, podríamos considerarlo un intento de acercamiento a las nuevas generaciones. Y en cierta manera Anne Briggs consiguió con The Time Has Come resonar un algo más en el entorno folkie de moda. También puede ser un buen disco de iniciación para todo aquel que nunca se acercó a su música. Nunca es tarde.
Puede que intentara adherirse un poco más a las querencias de principios de los 70 aunque no fue totalmente entendida, algo normal si tenemos en cuenta que el british folk rock estaba eclosionando en aquellos momentos con artistas que se subían al carro, como Jansch a Pentangle por poner un ejemplo. Ella no quiso la popularidad a cualquier precio y prefirió seguir fiel al modo de vida libre y sin ataduras que amaba. En definitiva, esa era la verdad que transpiraban sus canciones.
Sin embargo, para todo aquel que tenga intención de empezar a escuchar su música, es necesario abstraerse del presente y dejarse llevar, cerrar los ojos y dejar fuera los prejuicios para poder adentrarte en su universo. Y es que cada vez que empiezo a escuchar The Time Has Come el tiempo se para, como si abriera una puerta en el espacio-tiempo, como si cada escucha fuera la primera.
Desde el principio con Sandman’s Song siempre quedo embelesado, memorias de la infancia que canta luminosa, atemporal, con el acompañamiento de la guitarra que deja a las claras su mayor apertura, su lado más «pop» y accesible. Un caramelo para los degustadores más refinados.
Pero Anne Briggs no cede terreno a la tendencia y con la instrumental Highlodge Hare, que inevitablemente recuerda al motivo central de Go your way, clava su bandera de la autenticidad, imbatible. Siempre buscando la conexión que le permite entender su pasión por el lenguaje ancestral al tiempo que lo transgrede con mucha clase y conocimiento de causa.
No pueden faltar las versiones. Todo buen artista folk está al servicio de las buenas canciones muy por encima de su ego y de su firma, y Anne Briggs eso lo tenía claro. Sabe reconocer una gran canción y sabe reverenciarlas y también hacerlas suyas siempre con respeto, como es el caso de Fire And Wine de su amigo Steve Ashley esta vez con la sagrada afinación DADGAD o la gran Step Right Up de Henry McCulloch, por Dios, seguid el rastro de este guitarrista y encontraréis uno de esos músicos a la sombra de los grandes. Hay otras versiones, Clea Caught A Rabbit de Stan Ellison, por ejemplo.
Incluso poniéndonos en el mapa a Lal Knight (o Lal Waterson), de los míticos The Watersons, legendaria intérprete y compositora de canciones que nunca debería haber sido olvidada, Anne Briggs hace su versión de Fine Horseman. Mística y grácil en Ride, Ride firma su versión del vagabundo en un ferrocarril, historia clásica del folk, canción que hoy podría ser adjetivada perfectamente como dream pop.
…mujer de bandera que se rebeló contra un entorno conservador en el cual la mujer solo tenía cabida enmarcada en unos perfiles determinados…
¿Y qué decir de la mítica The Time Has Come? una tonada que ha sido grabada por infinidad de grandes artistas desde Pentangle, incluso Bert Jansch en solitario, Alan Price, Alex Campbell, seguir el rastro de esta copla es dibujar el mapa de una época en la que el folk de las islas británicas se filtró en la contracultura. Un himno a la añoranza. Y como solía ser práctica habitual, la inamovible afinación standard que reinaba en el pop, en el folk era superada siempre que se podía, aunque fuera un mínimo, como aquí bajando un semitono la tercera cuerda (G), dando ese toque mágico.
Una trayectoria que debería haber sido coronada con el reconocimiento general paró de manera abrupta. Ya con su siguiente disco grabado y listo para ser publicado sobre 1973, Anne Briggs decidió que el resultado de Sing A Song For You no estaba a la altura de lo que ella esperaba. Y la verdad es que escuchado con la ventaja que nos da el tiempo, es indudable que estas nuevas canciones acompañada por una banda, la de su amigo Steve Ashley, eran lo que todo el mundo estaba esperando.
Yo siempre tuve la sensación de que esa solo fue una excusa y que ese camino que se abría ante ella no le gustaba. Su mente ya estaba en otro lugar. Además, tan solo observando la portada con Anne Briggs visiblemente embarazada es suficiente como para no extrañarse ante tal decisión. Respetable y valiente cuanto menos.
Ahí quedarán auténticas maravillas Sing A Song For You, Summer’s In, Travelling’s Easy o Tongue In Cheek que perfectamente podrían haber mirado cara a cara a grandes y más populares de la época. Por supuesto no faltan las tonadas solo con su voz, con Savoy y Bird In The Bush quedaba claro que su maestría y su identidad permanecían intactas.
No tienen desperdicio sus discos, me deshago en halagos, me resulta inevitable y hasta me quedo con mal cuerpo por no comentar cada una de las canciones, pero algo tendré que dejar para el respetable, Tangled Man, Wishin Well firmada junto a Jansch… casi nada.
¿Era necesaria esta reivindicación? Yo creo que sí, empezando por el simple hecho de que no exista una página web oficial de Anne Briggs (que yo sepa), algo significativo hoy en día ¿no?
También porque pese a no estar presente ni representar ningún movimiento generacional (ella andaba por libre) y más en una época que se expandía en lo sónico, influenció profundamente a muchos de aquellos que si obtuvieron más rédito en esto de recuperar viejas tonadas y estructuras tradicionales para llevarlas a otro estadio sonoro.
También creo necesario desmarcarme de la misma prensa musical que en ocasiones incluso la ha despreciado. Solo Bert Jansch en los 90 la sacó de su retiro voluntario durante un breve espacio de tiempo con la excusa de su programa televisivo Acoustic Routes. Fue en aquel momento cuando su figura emergió de nuevo y fue conocida lo suficiente como para que el eco de sus canciones encontrara un nuevo impulso y llegara hasta nuestros días. Hasta el punto de que su tercer disco inédito del 73 se recuperara del olvido para ser publicado a finales de la década del rock alternativo.
Sus registros sonoros son únicos y de un valor incalculable y deberían considerarse patrimonio cultural inmaterial de la humanidad sin ningún género de duda. Una mujer de bandera que se rebeló contra un entorno conservador en el cual la mujer solo tenía cabida enmarcada en unos perfiles determinados, ya sabéis el resto de la historia y lo necesario de la existencia de un legado como el suyo.
Entiendo que un texto de estas características, por lo extenso, no se corresponde a los tiempos que corren. Una asincronía que por otra parte me acerca aún más a la protagonista y que sencillamente solo busca dejar testimonio por escrito de mi admiración y respeto. Y es que amo la música de Anne Briggs tanto como lo que representa su figura, una devoción confesa y fuera de toda lógica que me pasa con muy pocos artistas, Bert Jansch, Richard Thompson, Ronnie Lane, Gillian Welch…, ni con Bob Dylan, ni con Neil Young a estos niveles.
Quizás se trate del gran valor que le doy a la derrota, a la escapada en firme de las convenciones impuestas, de cómo hay fisuras por las que escapar de los corsés calzados por una maquinaria siempre implacable y que todo lo engulle.
Y es por eso, que si buscáis la rebeldía auténtica no os limitéis a peludos y tupés empuñando sus guitarras eléctricas entre aspavientos y poses, pues encontraréis en Anne Briggs uno de los ejemplos más claros en la historia de la música, uno de los espíritus más libres que nunca podáis escuchar cantar. Una grande de todos los tiempos nunca suficientemente reivindicada.
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