Reseña y crítica de ‘Wiggle Your Fingers’, álbum de GospelbeacH.
… el legado de estos últimos diez años es enorme. Todas sus luminosas melodías están hechas desde el alma, son sinceras, son evocadoras, van desde Parsons a Petty, pasando por Grateful Dead. En ellas todo encaja, todo resplandece.
El tiempo pasa volando, nunca mejor dicho si miramos la trayectoria de GospelbeacH. Parece que fue el otro día y ya ha transcurrido un lustro desde “Let It Burn”, un disco que estuvo muy marcado por la muerte del guitarrista Neal Casal a los 50 años de edad, dos meses antes de publicarse.
Desde entonces predominaron de manera dosificada singles con versiones de temas cuyos originales podríamos calificar como exquisitas rarezas muy setenteras y bastante desconocidas a nivel popular, como por ejemplo Chunky, American Jam Band, Crazy Elephant, Michel Pagliaro o Sandy Salisbury, que dieron lugar al EP “Jam Jam” de 2021, al que también se incorporó una edición limitada con el directo “Once Upon a Time in London”, que recogía algunas de las mejores melodías de sus anteriores álbumes.
Siguiendo un poco en ese orden cronológico que precedió al flamante álbum que nos ocupa, Brent Rademaker (voz y bajo) y Jonny Niemann (teclados) lanzaron en 2022 una maravilla absoluta muy bigstariana de título «It’s Too Late«, acompañados de Trevor Beld Jimenez de Parting Lines a la batería y de Luther Russell de Those Pretty Wrongs a la guitarra. Desgraciadamente, mi gozo en un pozo, puesto que ese tema no se ha incluido en “Wiggle Your Fingers”.
Las que sí han formado parte del mismo son las que Brent y Jonny nos han ido regalando desde el 2023, con la incorporación de Pete Williams (batería), Bob Glaub (bajo), Jake DeJongh (Pedal Steel) y Mara Connor a los coros. Al respecto primero fueron la muy crepuscular y agridulce “I’ll Close My Eyes” y la más animada y fronteriza “York Blvd”, en un country alternativo que bebe directamente del milagroso sonido Laurel Canyon de la costa oeste californiana y, muy especialmente, de Gram Parsons.
Después llegó “Hang Thyme”, mi favorita y la que me parece la gran joya del disco, oro de 24 kilates, un tema para no dejar morir los sueños, para dejar atrás la soledad, para confiar en el universo y que el viento nos transporte hasta algún lugar adecuado. Y, poco después, la fascinante “The Dropouts”, una pieza de Brent que parece contener un poso bastante autobiográfico, desde los padres, la infancia, la escuela secundaria, la primera banda con su hermano Darren, las relaciones de pareja, la vida y la muerte. Como último adelanto la que da inicio ahora a este trabajo discográfico, “Nothin’ But a Fool”, pura melancolía y sensibilidad.
El resto transcurre entre la orfebrería de las melodías más elaboradas y existencialistas como “Losin’ Patience”, declaraciones de amor como “Second Chance”, fragmentos que recomponen un rompecabezas como la más Flying Burrito Brothers “You’re The Only One” y un “The End” perfectamente ubicado como colofón, ideal para empezar de nuevo y para cantarla toda la noche.
He leído que este es el álbum de despedida, en el año del retorno de sus hermanos mayores Beachwood Sparks, tal y como se anunció hace escasas fechas a través del sello Curation Records con la canción «‘Torn In Two». Una verdadera pena si es así porque el legado de estos últimos diez años es enorme. Todas sus luminosas melodías están hechas desde el alma, son sinceras, son evocadoras, van desde Parsons a Petty, pasando por Grateful Dead. En ellas todo encaja, todo resplandece.
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